martes, 5 de julio de 2011

El padre Solalinde en peligro

El sacerdote denunció el secuestro de migrantes en Veracruz
“Lo que me va a parar es un tiro aquí”, declara el padre Alejandro Solalinde mientras se señala con el dedo índice la frente, como simulando un balazo.

Después de denunciar el supuesto secuestro de un grupo de migrantes centroamericanos, el sacerdote católico sabe que su vida está un hilo, pero no tiene miedo. Más bien tiene “ansias” de que las autoridades actúen, investiguen y se resuelva el caso.

Solalinde Guerra, quien coordina la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado mexicano, es claro. Denunció que por lo menos 129 migrantes presuntamente fueron secuestrados en la localidad de Medias Aguas, en el sur veracruzano, quienes habían llegado de Ixtepec, Oaxaca.

En entrevista, el sacerdote católico explica que los que estaban en el tren procedentes de la comunidad oaxaqueña, “eran ya para salir 250”, pero de esos, los que entraron al albergue que él administra, Hermanos en el Camino, fueron cerca de 200. De ese total, solamente 129 personas se registraron y ese podría ser el número de los secuestrados.

Precisa que 46 eran de origen salvadoreño, 40 hondureños, 39 guatemaltecos, seis nicaragüenses y “había un número indeterminado de chiapanecos, también muy humildes”.

Los cónsules de Honduras y de El Salvador ya “se hicieron presentes” para recibir sus fichas de los desaparecidos y hasta ayer faltaba el de Guatemala, aunque “también ya entramos en contacto con él”.

Sabemos que este asunto de los secuestros y de abusos contra migrantes, por casos anteriores, están vinculados con el crimen organizado. ¿Usted ha recibido información para sospechar que este caso sea similar?

Sí, por supuesto. Aquí primero hay que entender que es territorio de “Los Zetas” y que ellos pueden tener sus “zetitas”; “zetitas” como una especie de franquicias, de concesiones, ellos se arreglan entre sí en términos de dinero, “Los Zetas” los protegen pero finalmente todos son ellos.

Quiero creer que no son tan sanguinarios algunos de ellos, otros sí, pero son los que han accedido del nivel centroamericano, ellos sí se han pasado, los mexicanos al menos no habían o no eran tan sanguinarios.

Pero también consideremos que no están solos, detrás de ellos hay funcionarios públicos, hay corporaciones policiacas, hay que entender que “Los Zetas” son como una empresa, que tienen ya contratados policías de diferentes órdenes de gobierno, corporaciones, también tienen ministerios públicos, jueces, es una mafiotota, ¿eh?

¿Y eso por qué lo digo? No lo inventé, no me lo estoy sacando de la manga, es información que han dado directamente a la Secretaría de Gobernación.

¿Entonces para vencer el problema tendrían que irse primero contra funcionarios que están solapando y que permiten que estas redes estén operando?

Yo creo que a corto plazo a lo mejor sí, pero el problema es quién lo va a hacer, quién va a estar tan limpio, quién no va a estar en la corrupción, quién va a querer romper la impunidad, quién le va a poner el cascabel al gato.

A largo plazo no queda otra más que empezar desde ahorita a educar a los niños y a los jóvenes para que se valore al ser humano, reeducándose en nuevas prácticas. Las instituciones están haciendo acciones fallidas, necesitan ponerse las pilas y empezar a cumplir con su objetivo original para lo que fueron hechas, incluso la esencia de la Iglesia católica es evangelizar, pero si no evangeliza, es un omelette sin huevo, así de fácil. Es nada.

Es un trabajo a largo plazo, ¿pero entonces a quién le correspondería empezar a hacerlo?

A todo mundo y educando a todo mundo, a la familia, ponerse las pilas y educar a los hijos, ahí es donde pueden ayudar, educar a los pequeñitos que son inocentes, educar al ser humano; después la escuela, que se ha convertido hoy en un grillero, es una instancia política, es pura grilla, se han olvidado realmente de su fin primordial que es educar, transformar, es una vergüenza que todavía tengamos líderes al estilo del priismo antiguo, es una vergüenza, es una bofetada para México.

Hoy muchos maestros se preocupan más por sus reivindicaciones económicas que por la educación, por sacar a México adelante, no sé dónde quedó la tarea original.

Y luego la Iglesia también tiene que invertir en la evangelización, en la educación, en el testimonio. Nuestra vida como sacerdotes, como obispos, no debe ser la misma, lo que estamos dando no alcanza, somos gente decente que tiene una vida sedentaria, respetable, pero eso no es suficiente, tenemos que salir de nuestros esquemas, de nuestros moldes, de nuestras ataduras, salir a la calle, ir con la gente, caminar con ellos, ensuciarnos las manos, tener otro tipo de mentalidad y obviamente otro tipo de seminarios, otro tipo de formación, la formación en los seminarios no debe seguir como va porque siguen sacando al mismo credo que va a la burocracia, al culto, más que a las grandes masas. La Iglesia católica es consciente de que no está llegando a las grandes masas.

Y la última instancia es el gobierno, el gobierno debe poner más énfasis en campañas educativas en la misma población que estar invirtiendo más en las campañas políticas y todo su afán. Qué vergüenza que piense en afianzar un hueso más que le importe el ser humano.

Usted está haciendo una denuncia muy grave y muy delicada, sobre todo con la posible presencia del crimen organizado. ¿Ha recibido alguna amenaza?


Por esta vez, todavía no, pero siento que mi vida está en un hilo, pero le digo, yo no voy a variar por más amenazas, tengo una misión y esa misión me la ha encomendado Cristo, lo único que me puede parar es él. Como dije en una reunión en la que me asignaron medidas cautelares y en la que estaba gente del gobierno: con medidas cautelares o sin medidas cautelares, yo voy a seguir, lo que me va a parar es un tiro aquí.

¿Ha tenido medidas cautelares entonces, protección, apoyos?

Las he tenido relativamente porque para empezar, el gobierno de Oaxaca, no sé si todavía no ha recibido el dinero, no lo sé, pero llevó una camioneta para los policías que me acompañan a mí, que con trabajos llega, transita con mucho 15 kilómetros. Se para, no sirve la bomba. Si se rompe el parabrisas, los policías tienen que estarlo pagando de su dinero. Yo les apoyo con la comida, a veces ellos tienen que comprar su comida y si yo tengo que venir a estos viajes (al DF), por ejemplo, no me pueden acompañar porque imagínese en qué camioneta vienen, en camión de primera no pueden dejar gente armada.

¿Tiene miedo?

No, no, no, para nada. ¿Sabe qué tengo? Ansias de que esto se acabe. Tengo ansias y hambre de que se descubra la verdad, tengo ansias de que esto cambie. Tengo ansias de justicia. Miedo no tengo y tampoco me preocupa mucho mi vida de cara a personas que están sufriendo.

Y no me frustro porque tengo esperanza. Yo sé que la última palabra no la tienen ni “Los Zetas”, ni la máxima delincuencia organizada, ni ningún cártel de México. La última palabra no la tiene el gobierno, la tiene Dios, la tiene Jesús. A mí me podrían matar pero sería contra Dios contra quien estarían luchando, contra Dios, yo sólo soy su achichincle, soy solamente su servidor, es todo.

El padre Solalinde, vestido todo de blanco, termina su plática para continuar con su agenda contra el abuso a migrantes. Mostrando un escapulario en el cuello, se dirige a inaugurar una muestra de artistas plásticos denominada “Rostros de la migración”, en plena colonia Roma, para posteriormente seguir insistiendo y darle seguimiento a su reciente denuncia. Se ve tranquilo.

Entrevista disponible también en Animal Político: http://t.co/z8WFThW

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