Como investigadora, Isabel Miranda de Wallace llenó la ciudad de espectaculares con fotos de los supuestos secuestradores -después se supo que también asesinos- de su hijo Hugo Alberto.
Fue orillando con eso a que las autoridades fueran detrás de ellos y los dejaran presos, a que la atendieran los ministerios públicos, a que los jueces le fueran dando voz y a que hoy los legisladores tomaran su propuesta y aprobaran una ley especial contra el delito de secuestro, para proteger a las víctimas.
La figura de la "señora Wallace", como informalmente se le conoce, creció y no pasó desapercibida ni por el presidente Felipe Calderón, quien le otorgó un reconocimiento en materia de derechos humanos.
Hoy esta mujer tiene la agenda ocupada. Acude al interior de la República Mexicana a dar pláticas ciudadanas, la invitan a foros sobre temas de seguridad, ofrece entrevistas y, por si fuera poco, tiene diligencias pendientes ante el Ministerio Público. Ella lo reconoce, el caso de su hijo no ha quedado cerrado y no existen aún sentencias definitivas contra los agresores.
Aun así, la activista siempre responde al celular y acude a las citas para platicar sobre su desafortunada experiencia pero también de lo que ha logrado insistiendo con las autoridades para que trabajen, lo cual a ella no la tiene del todo satisfecha. "Que no parezca que les pedimos un favor, ellos están para servirnos".
Isabel Miranda toma asiento en el foro de Notimex y ella misma pide que le acomoden el peinado, observadora como es detecta que un camarógrafo necesita algo y así lo hace saber al resto de la gente del set. No se cansa. A lo largo de su conversación enumera lo que ha hecho durante los últimos seis años pero deja en claro que todavía le falta, que quizá no le toque ver que la impunidad muera y que prevalezca la justicia.
Aplaude, por ejemplo, que el procurador capitalino Miguel Ángel Mancera haya eliminado la tenebrosa figura del "policía judicial" y haya creado la de policías investigadores, pero está consiente de que ese cambio, de fondo, ni Marcelo Ebrard podrá ver como jefe de gobierno.
Ante las cámaras no cambia su postura ni los comentarios que hace fuera del aire. Esta mujer está convencida de que jóvenes, niños y toda la sociedad en su conjunto podemos hacer algo para impulsar la cultura de la legalidad y, por ende, obligar a las autoridades a hacer su trabajo.
“Creo que hay una corresponsabilidad entre gobiernos y ciudadanía. Nosotros pensamos que tenemos una institución débil de funcionarios corruptos, pero esos funcionarios corruptos y débiles los hemos creado nosotros.
“Lo que tenemos que hacer es mantenernos en una cultura de la legalidad apegándonos a Derecho, pero sobre todo involucrándonos en la toma de decisiones, y desde donde estemos cada uno, si hacemos lo que corresponde verán que sumamos y eso irá cambiando todo”, asegura, convencida.
Miranda de Wallace, presidenta de la organización “Alto al Secuestro”, participó en la creación de la nueva ley antisecuestros que entró en vigor el pasado 28 de febrero, la cual aunque no resuelve totalmente este problema delictivo, sí la calificó como una “herramienta importante”.
“Por primera vez esta ley se contempla la manera obligada de que cuenten todos los estados con unidades antisecuestro, por vez primera se ve a la víctima desde la perspectiva de la materia penal y no solamente para la reparación del daño. Entonces yo creo que es un instrumento valioso para el combate del delito”.
En el impulso a esta ley participaron especialistas, abogados, y sobre todo, otros representantes de la sociedad civil como el empresario Alejandro Martí, padre del joven plagiado y muerto, Fernando Martí.
Este tipo de acciones, comenta, surgen de su vivencia personal a partir de estar en un juzgado y que le trataran de negar los derechos que como víctima ella tenía después del crimen contra su hijo.
“Pareciera en México que lo más importante y las estrellas de las películas son los procesados, y si no, lo podemos ver incluso en documentales que ahorita se están exhibiendo en los que yo he preguntado: ‘y la víctima, ¿dónde está?’ Aquí era lo mismo, había mucha relación y muchas menciones respecto al procesado, el imputado, pero muy pocos para las víctimas.
“Y a partir de que yo me topé con el ministerio público que no me dejaba ver el expediente, un juez que no me dejaba interrogar ni participar de manera activa, me fui dando cuenta a lo largo de este camino, de todas las fallas que tiene el proceso y la integración en la cual pretenden tener a la víctima ignorada y arrinconada. A partir de ahí fue que esta ley fue muy incluyente en beneficios para las víctimas”, señala.
Frente a las exigencias que tuvo frente a las distintas autoridades, continúa la activista, reconoce que ninguna de ellas le dio respuestas satisfactorias.
“Ustedes vieron que tampoco encontraron a Jacobo (Tagle Dobín, involucrado en el crimen), fue realmente un chiripazo como yo siempre digo, como ocurre con muchos detenidos.
“Entonces yo realmente no veo que haya habido un cambio sustancial por haber estado en medios o haber señalado los errores. Como que ellos (las autoridades) tienen de repente la piel muy dura y no se dan cuenta de lo que sufrimos del otro lado las víctimas, ya sea directas o indirectas, que además de sufrir una pérdida seguimos revictimizadas por el propio sistema”, explica la señora Miranda.
Tras el plagio y posterior asesinato de Hugo Alberto, el trabajo de la madre de familia se vio reflejado en la aprehensión de los seis implicados en estos delitos. No obstante, la activista considera que más que ejercer presión, se debe pugnar por modificar todo el sistema de justicia que debe funcionar de manera automática, y de manera pronta y expedita, lo cual hoy no ocurre.
Pese a sus reconocidos logros, Miranda de Wallace dice que no puede hablar de momentos satisfactorios sino a “pequeños logros” y falta mucho por hacer.
“La ley antisecuestros fue un momento muy gratificante, darnos cuenta que los diputados y senadores pueden hacer cosas por la ciudadanía; otro indudablemente fue mi premiación de derechos humanos en la que fui reconocida, pero sobre todo, cada que una víctima regresa a su casa para mí eso es un logro muy importante, porque aunque sea en algo mínimo que yo coopere es ver a alguien que se reintegra a su vida aun cuando esté lastimado y lesionado pero regresa a su vida y con su familia”, añade.
La señora Miranda hoy recuerda que durante una plática que dio, un joven se le acercó y le dijo: “señora, yo soy fulano de tal, usted me ayudó y por eso estoy yo aquí también ayudando a la sociedad”.
“Creo que eso es lo que tendremos que hacer: como cadenas más largas para poder ir cambiando los modelos y los patrones de lo nefasto que estamos viviendo en inseguridad”, agrega, serena y contundente.
La mujer se retira para continuar con su agenda del día, para seguir colocándose encima de muchas autoridades frente a las cámaras de televisión y mostrar los avances en investigaciones que ella misma encabeza contra los secuestradores de su hijo.
Dicen que cómo le hace para parecer procuradora. Y es que efectivamente ella no tenía atribuciones para hacer que Jacobo Tagle se despojara de su camisa cuando lo presentaron ante los medios de comunicación, para que se demostrara que no había sido torturado. Pero aquél día, en el Estado de México, ¿el inactivo procurador Alfredo Castillo tenía la calidad moral para impedírselo?
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