viernes, 23 de julio de 2010

Los fabulosos "alias"

"El Señor de los Cielos" dominaba el espacio aéreo con sus aviones cargados de cocaína; "La Barbie" simplemente es "carita", como una muñeca, y "El Chapo" Guzmán lleva este mote por esa simple razón, por chaparro.

Hay alias, como "El 35", que pueden hablar del lugar o escalafón que ocupa un narcotraficante en el grupo delictivo para el que opera, o bien el "Z4" particularizando aún más la posición y la organización a la que pertenece determinado delincuente.

Estos son los apodos que reciben estos sujetos con nombre y apellido para facilitar su identificación entre ellos mismos o para dirigirse unos con otros a través de supuestas claves internas.

Sin embargo, los integrantes de las organizaciones delictivas que son detenidos, sin una explicación lógica muchas veces y de manera arbitrara, estrenan sus alias en el momento en el que son presentados ante los medios de comunicación.

"La Lore", "Los Petriciolet", la banda de "La Flor", "El Chayanne" o "El Indio", "La Muñeca", "El Tony", "El Dos de Bastos", y los motes más originales, folclóricos e ingeniosos inundan el mundo de los ministerios públicos y las cárceles para sustituir nombres de pila de personjes bautizados e incluidos en el registro civil como lo marcan la ley y las buenas costumbres.

Los narcos, secuestradores y delincuentes organizados comúnmente más importantes cuentan con su gran alias, con su identificativo que hasta aparece en las listas de la DEA, pero el gran problema es que hoy todo aquel que llega a las manos de la justicia debe olvidarse de su nombre y apellido para tomar el apodo que más le acomodó a los judiciales que lo detuvieron. O peor aún, a la institución que se parará el cuello presumiendo una gran captura.

Sí, efectivamente, los alias venden más. La Secretaría de Seguridad Pública federal -por poner un ejemplo- causa más impacto entre los medios de comunicación si dice que logró aprehender a "El Morgan", un hombrecillo moreno sin el ojo derecho, que si informa que tiene en sus manos a Francisco Pérez, de oficio ladrón de autos.

Y entonces si el tipo posteriormente resulta que es inocente de la acusación, no se va únicamente con el "usted perdone" del Ministerio Público, que es una institución "de buena fe", sino con un bonito apodo que ya pueden utilizar sus amigos, familiares y la gente que lo identifique en la calle. Conste que fue idea de una institución oficial, y con ellas no hay que meterse.

Enseguida sigue nuestra labor como medios de información. Por supuesto que vende más una cabeza que detalle la detención de "El Morgan", que la de Pancho Pérez, pero ¿nosotros qué derecho tenemos de calificar, discrimiar, señalar y estigmatizar? Claro que no queremos hacerlo, sólo estamos reproduciendo lo que la autoridad nos informó.

De cualquier forma, ¿creen ustedes que este asunto de los alias deba ser tema de los códigos de ética de nuestros medios, hoy que los asuntos de los narcomensajes, la violencia y el recuento de muertos también se discuten con singular alegría?

Si una autoridad viola una garantía indicidual, ¿nosotros debemos hacerle segunda voz?

Pensémosle.

1 comentario:

  1. De esos temas que discutíamos Joy, claro que en todo el abuso es un lo que no debe permitirse, y los medios con tal de hacer atractivo un cabezal recurrir a métodos tan simplistas como los alias, qué buen textito.

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