Operativo militar en Ciudad Mier tras balacera hace dos meses. |
Lo que hoy ocurre en Tamaulipas es similar pero con algunas diferencias dada la pobreza y situación de los habitantes de sus municipios; una de ellas es que como a quienes constituyen las comunidades de las zonas fronterizas del estado se les complica más ingresar a territorio estadounidense, han decidido escapar hacia el sur, hacia otras ciudades del país pero incluso del mismo estado. Quizá porque son gente que no tiene negocios y cuentan con menores posibilidades de desarrollo.
Lo que ocurre con los habitantes de Ciudad Mier y la reacción en el municipio de Miguel Alemán, ambas localidades de Tamaulipas, es interesante. Del primer lugar decidieron emigrar hacia la segunda ciudad, donde el ayuntamiento ya hasta les improvisó un albergue y está solicitando apoyo incluso al DIF para crearles las condiciones indispensables para habitar dignamente y darles empleo a corto plazo.
Quienes realizaron el éxodo de Ciudad Mier ya son 400 personas, una cantidad nada despreciable, que si las autoridades locales saben emplear de manera eficiente, podrán hacer maravillas para la pequeña localidad de Miguel Alemán.
Municipios vecinos, también de Tamaulipas, están contribuyendo con alimentos, agua, medicinas, cobijas y algunos objetos necesarios para que las familias empiecen su nueva vida en una localidad considerada menos violenta.
Esta entidad del noreste mexicano ya vive otras modificaciones en su conformación, desarrollo y estilo de sus comunidades a partir de la violencia generada por el narcotráfico. Hay, además del éxodo de pobladores de Ciudad Mier, dos situaciones que obligarán a las autoridades estatales y federales a hacer algo por el estado, y no sólo al nivel de la fuerza pública.
En primer lugar, los jóvenes e inclusive los maestros están dejando de ir a las escuelas frente al temor de ser víctimas de balaceras.
Esta problemática se ve reflejada en las universidades, como la Autónoma de Tamaulipas, donde las autoridades académicas han visto redicur considerablemente el número de jóvenes del exterior interesados en realizar intercambios escolares para habitar temporalmente en territorio tamaulipeco. Se calcula esta disminución en un 70 por ciento.
Enseguida, destaca como parte de las reacciones a la violencia el cierre de algunos negocios de ciudades de la frontera como Reynosa y Matamoros, que ha sido tan evidente que algunas colonias, antes pujantes, hoy lucen abandonadas.
Habrá que estudiar en algunos meses cómo avanza o retrocede, se desarrolla o se estanca, reacciona o modifica su perfil el estado de Tamaulipas frente a grupos del crimen organizado que tienen el control de poblaciones completas y las orillan a tomar decisiones que podrán subir de tono.
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