martes, 16 de noviembre de 2010

Puebla, paraíso narco


Puebla parece intocable. No ocupa los primeros lugares en incidencia de homicidios dolosos provocados por arma de fuego, de acuerdo con  datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

La cifra de esta conducta de enero a octubre del presente año es apenas de 165 casos, lo que ubica a la entidad en el lugar nacional número 16 por la comisión de esta conducta, muy lejos de los números reportados en Chihuahua, Sinaloa o Durango, que encabezan esta tabla.

Sergio Villarreal, "El Grande", capturado en la capital poblana.
El estado y principalmente la ciudad capital son considerados por algunas autoridades como un “paraíso” en el que habitan cabezas importantes de los grupos de la droga y sus familias, como en algún momento fueran las ciudades de Monterrey y Guadalajara.

Es decir, aquí difícilmente hay balaceras, venganzas, ajustes de cuentas o violencia generalizada. Es como un pacto no escrito entre los cárteles, respetar esta plaza donde,  por supuesto, también corren estupefacientes y también se realizan operaciones de lavado de dinero.

En el territorio poblano también hay casas de seguridad y sus comunidades y ciudades sirven de refugio para los grandes capos de la droga que se presume son protegidos por autoridades municipales y estatales.

Para muestra, cómo olvidar, por ejemplo, cuando en abril de 2006 se destapara la supuesta protección de un narcotraficante por la entonces procuradora Blanca Laura Villeda Martínez, quien lo quiso liberar peleándose con los “afis” (agentes federales de investigación) que lo habían atrapado. El hecho quedó debidamente documentado en un escandaloso video que fue difundido por Internet.

Las sospechas de la presencia de los grandes líderes en territorio poblano se convirtieron en certeza en marzo de 2002, con la aprehensión de Benjamín Arellano Félix, líder del cártel de Tijuana, por parte del Ejército Mexicano, en el fraccionamiento La Escondida de la ciudad de Puebla.

Junto con el sanguinario capo cayó también uno de sus lugartenientes, Manuel Martínez González, “La Mojarra”, que se encargaba de la seguridad del jefe de la droga y de las operaciones de lavado de dinero.
Las aprehensiones ocurrieron cuando Arellano Félix se encontraba “en familia”, con su esposa y sus dos hijos, sin que el Ejército Mexicano, encargado del operativo de captura, realizara un solo tiro.

Según la PGR, testimonios recabados en el lugar arrojaron que Benjamín era una persona “normal”, no protagonizaba fiestas ni escándalos. En la propiedad donde fue atrapado no había grandes arsenales con armas de alto calibre, lo cual habla de la seguridad con la que el capo se movía por la ciudad y por el vecindario.

Más recientemente, en septiembre de este año, cayó también en la capital poblana otro importante jefe de la droga: Sergio Enrique Villarreal Villagrán, conocido con el alias de “El Grande” y uno de los jefes de la organización delictiva de los hermanos Beltrán Leyva.

El ex policía ministerial de Coahuila fue capturado un domingo en el fraccionamiento residencial Puerta de Hierro de la ciudad de Puebla por elementos de la Armada de México.

Autoridades locales poblanas como el secretario de Gobernación, Valentín Meneses, y el procurador Rodolfo Igor Archundia, reconocieron entonces que el territorio poblano era para los cárteles de la droga muy atractivo por sus características.

Los funcionarios, sin embargo, trataron de aclarar que la presencia de capos no era común y que “El Grande” llevaba apenas rentando una residencia en el lugar por espacio de dos meses.

La caída de “El Barbas”

Otro gran escándalo en tierras poblanas fue cuando Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, fue detectado antes de morir en manos de marinos en Cuernavaca, Morelos, que había estado por Puebla, escoltado por cinco pistoleros.

Fue en diciembre de 2009 cuando ocurrió la fuga y la muerte de “El Jefe de Jefes”, quien días antes de su fallecimiento estuvo hospedado en el hotel Villa Florida de la capital, después de acudir a una fiesta en Cholula. Sus acompañantes lo ayudaron a huir en helicóptero por el aeropuerto de Huejotzingo, y provocaron una balacera en la colonia La Libertad, del municipio de Puebla.

Las versiones recabadas por la Procuraduría General de la República (PGR) y por autoridades de Estados Unidos señalan que el capo estaba visitándose con un cirujano plástico.

Hoy las autoridades locales niegan la presencia de grandes grupos del narcotráfico en territorio poblano.
Sin embargo, los operativos federales, principalmente del Ejército Mexicano y la Marina-Armada de México, siguen.

En los límites de Puebla con Veracruz se cree que es buscado el gran capo, Joaquín “El Chapo” Guzmán.  Apenas a principios del mes pasado, la Marina hizo un despliegue de efectivos por tierra y por aire en la pequeña localidad de Alchichica, en el municipio de Tepeyahualco.

Existe la versión de que hace nueve años, justo después de que escapara del penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, el líder del cártel del Pacífico, vivió en dos colonias de la ciudad de Puebla.

Incluso antes de su captura, según la PGR en voz del ex procurador Rafael Macedo de la Concha, también la capital del estado le dio asilo, cuando el gran jefe de la droga tenía escasos recursos y quería suicidarse.

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