lunes, 15 de noviembre de 2010

"Tony Tormenta", el escurridizo

El jefe de un grupo violento tenía que morir así, de forma violenta. Alto, fornido, despistado, violento e inteligente son las palabras que definen a Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, la cabeza caída del cártel del Golfo.

Ezequiel Cárdenas Guillén

Hermano de Osiel, “El Mata Amigos”, extraditado desde hace tres años a Estados Unidos, ”Tony Tormenta” tenía en su poder a la organización delictiva encargada del negocio de la droga más violento de México, que durante años ha sido respaldada por los pistoleros más sanguinarios y cuya formación se hizo en el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafe) del Ejército Mexicano, “Los Zetas”.

Atrapado su hermano Osiel Cárdenas Guillén, en marzo de 2003 con la administración de Vicente Fox, Tony quedó a cargo de la organización delictiva con poderío en Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y gran parte del centro del país, que hoy pelea territorios en toda la República Mexicana, tiene presencia en 20 entidades y realiza sus operaciones financieras en el Distrito Federal. El tráfico de cocaína, drogas sintéticas como metanfetaminas y “crystal” y mariguana es el giro de su negocio.

El corredor de Matamoros-Brownsville era el que aparentemente más ganancias le dejaba al grupo hasta la caída de Tony.

El del Golfo es también el cártel más golpeado por los gobiernos panistas, pero pareciera que las capturas de capos y operadores reaviva su fuerza y sus integrantes siguen operando y desarrollándose principalmente en las plazas en las que tienen dominio absoluto.

Ezequiel pesaba casi 100 kilos de peso y medía 1.80 de estatura. Moreno y con un bigote ralo pero largo que usaba permanentemente, nació en el rancho del Mezquital, en Matamoros, Tamaulipas –plaza de la que fue jefe también durante mucho tiempo-, hace 48 años. Tenía cinco hermanos.

Nació el 5 de marzo de 1962. Era piscis y los astros decían que era despistado pero inteligente, pues se respaldaba de tecnologías y equipos de seguridad que lograban burlar las capacidades de las autoridades. Estaba casado con Hermelinda Rivera.

Inició su carrera delictiva a finales de los años 80. Por "Tony Tormenta" ofrecía Estados Unidos 5 millones de dólares por causas pendientes en el país vecino y la PGR pedía 30 millones de pesos por otras 12 averiguaciones previas en territorio mexicano. Nadie cobró las recompensas y tras su muerte en manos de integrantes de la Secretaría de Marina queda a cargo del cártel del Golfo el también violento Eduardo Costilla Sánchez, “El Coss”.

Durante los últimos meses, Ezequiel encabezó la encarnizada lucha contra parte de “Los Zetas”, que se separaron del cártel para intentar quedarse con Tamaulipas, la gran plaza, y Nuevo León, que justamente ha vivido hechos violentos como nunca en su historia. Esta pugna inició hace dos años pero se recrudeció durante 2010.

Al heredero de los del Golfo lo cuidaba un grupo de escoltas denominado “Los Escorpiones” o “Los Escorpios”, para la raza, con la misma formación “zeta” que disparaba a matar a los adversarios e incluso a los que en algún momento fueron aliados. Tenía a su servicio casi a 400 personas.
 
“Tony Tormenta”, como los grandes jefes del grupo fundado por Juan García Ábrego en la década de los 30, pagaba protección a policías municipales, estatales y se cree que hasta a alguna autoridad federal. Pagaba también a empresarios que prestaban sus nombres a los negocios fachada que ocultaban el de los estupefacientes, que pese al cierre de la frontera con Estados Unidos, tenía buenos dividendos.

Pero además, parte de la actividad criminal del grupo es el secuestro, el tráfico de indocumentados y hasta el robo de gasolina.

En la muerte de políticos como el candidato priista al gobierno estatal, Rodolfo Torre Cantú, o del petista Juan Antonio Guajardo Azaldúa, aparece inevitablemente el nombre de la organización liderada por Tony.

Se movía en “trocas” que frenaban cuando daba vuelta por las calles a gran velocidad por su natal Matamoros, pero también hacía sus negocios en ciudades importantes como Reynosa, Río Bravo y la capital Ciudad Victoria.

Frecuentaba restaurantes, lavados de autos, supermercados y lugares públicos en los que vecinos de estos lugares lo ubicaban perfectamente. Como muchos de los capos del cártel, entre ellos el propio Osiel, era querido por poblaciones que se veían beneficiadas con alimentos, obras públicas e incluso juguetes que eran regalados en forma masiva a los niños los días 30 de abril.

“Licenciado” caído

La costumbre de la organización de decapitar, desmembrar y enterrar vivas a sus víctimas fue seguida por este sanguinario hombre que murió tras una larga lluvia de balas de armas largas y granadas.

También conocido como “Licenciado”  por quienes lo respetaban, que no eran pocos, Antonio Ezequiel cayó tras un trabajo de inteligencia de más de seis meses  de trabajo de la Armada de México, el pasado 5 de noviembre y después de haber burlado por lo menos otros dos operativos en los que supuestamente lo tenían ubicado.

Uno fue el 8 de septiembre y de él se libró gracias al apoyo de los estatales, sus policías fieles, que lo alejaron del ataque de las fuerzas federales.

El último ocurrió el 1 de noviembre, cuando escapó con sus “escorpiones” por delante y por detrás en un vehículo blindado y por francotiradores, quienes permanentemente cuidaban sus espaldas.

Pero esa tarde del viernes 5, tras una serie de balaceras que se extendieron por más de seis horas, “Tony Tormenta” cayó sin vida tras muros que quedaron como coladeras y las muertes de tres marinos y cuatro “escorpiones”. Se cree que detonaron más de 300 granadas de fragmentación.

Los tamaulipecos saben cómo reacciona el cártel tras la caída de sus grandes jefes. Por eso hay tanta inquietud, por eso los jóvenes y los maestros han dejado de ir a las escuelas o los colegios han decidido cerrar sus puertas.  Por eso ciudades como Mier han quedado vacías por el miedo a lo que se espera o tres instalaciones policiacas en Nuevo León han resultado agredidas a balazos.

Las amenazas de bomba cunden en las principales plazas de los del Golfo, sobre todo en Matamoros, aparentemente acéfalos pero operando, como de costumbre.

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