miércoles, 22 de septiembre de 2010

Errores, madrizas e incongruencias de periodistas


El 18 de marzo de 2007 el principal diario de Colombia, El Tiempo, se disculpó por un lamentable y penoso error editorial. Resulta que confundió a un ministro ecuatoriano con otra persona que aparecía con Raúl Reyes, el caído dirigente de las FARC.

He aquí el editorial, textual, que el periódico difundió, un día después de la publicación, excusándose con sus lectores:

El día de ayer, este diario publicó una fotografía, extraída del computador de 'Raúl Reyes', suministrada por una fuente de la Policía, cuyo pie de foto decía: "En la foto encontrada en el computador de 'Raúl Reyes', el ministro de Seguridad del Ecuador, Gustavo Larrea, dialoga con el guerrillero". El texto de la información respaldaba esta versión. Copias de la foto se repartieron en la cumbre de cancilleres de la OEA, donde generaron un encendido debate.

En realidad, el personaje de la fotografía no es el ministro Larrea, sino el dirigente comunista argentino Patricio Etchegaray, como quedó establecido ayer, cuando ya la publicación se había difundido ampliamente. Un error lamentable, que reconocemos sin vacilar y que, más allá de EL TIEMPO, afecta la credibilidad de la causa colombiana en el debate diplomático en la OEA y las múltiples informaciones, varias de ellas comprobadas, encontradas en los computadores de las Farc. El tema, además, apunta a una cuestión de fondo del periodismo: la relación con las fuentes y la atribución de las informaciones.

La fotografía procede del computador del guerrillero. El parecido con el ministro ecuatoriano es notable. La foto fue entregada, de manera no oficial (y precipitada, pues el material era aún objeto de investigación, lo que no se dijo al periódico), por la Policía. Y fue esa fuente la que identificó al ministro como el personaje fotografiado. Pero, más allá de las intenciones de la fuente al entregar la foto y de sus eventuales repercusiones políticas hacia la reunión de la OEA, este diario falló en sus procedimientos de verificación (una cosa es un parecido, otra es que se trate de la persona en cuestión) y falló al no atribuir claramente la información a la fuente, en lugar de asumirla como propia. Un doble error que afecta la credibilidad del periódico y que nos obliga a reforzar los mecanismos internos de verificación y control para que esto no vuelva a ocurrir. Y que nos lleva a pedir, desde este espacio, excusas al ministro Gustavo Larrea y al gobierno del Ecuador.

Para lo que no se puede aprovechar este lamentable episodio es para desvirtuar el contenido de los computadores de 'Reyes' y de otros jefes guerrilleros, que ya han mostrado, en casos como el de la caleta en Costa Rica, que contienen valiosa y certera información. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

El asunto sale a colación tras el error cometido por El Diario de Juárez ayer. Sí, muy penoso y muchos dirán que de principiantes. El subdirector editorial Pedro Torres entrevistó a quien se identificó cono el panista César Nava, por teléfono, personaje que propuso que el gobierno pactara con el narcotráfico.

Ayer llovieron las propuestas de los panistas. La entrevista fue un engaño pues no era Nava quien había hablado con el directivo del diario.

El periódico, decentemente y como lo marcan los cánones de la ética, se disculpó públicamente de manera inmediata, como lo hizo el prestigiado diario El Tiempo hace tres años. Hoy El Diario de Juárez difundió otro breve mensaje que textualmente dice:

Abrumados por el exceso de atención nacional e internacional –a la que no estamos acostumbrados pero la cual agradecemos profundamente– que despertó la publicación de nuestro editorial “¿Qué quieren de nosotros?”, cometimos el error de bajar la guardia por unos minutos y no confirmamos si la persona que nos habló por teléfono el lunes por la tarde y con la cual entablamos comunicación en dos ocasiones, era realmente el líder nacional del PAN, César Nava.

Por lo anterior pedimos una disculpa a todos nuestros lectores y a todos aquellos que pudieron verse afectados con la difusión de la nota que ayer apareció en nuestra portada, que hizo alusión a supuestas declaraciones del dirigente blanquiazul.

A nosotros nos queda muy claro que detrás de este engaño se hallan quienes se han sentido perjudicados con nuestras publicaciones, con tal de restarle seriedad a nuestro trabajo o tergiversar nuestros reclamos, de los cuales no nos retractamos.

Como también estamos seguros de que la credibilidad de un medio como el nuestro no se gana o se pierde por el yerro de un día, el cual inmediatamente reconocimos.

La confianza de quienes nos siguen la hemos conquistado a través de una trayectoria de casi 35 años de entrega.

Aprovechamos el momento para pedirle a la dirigencia de Acción Nacional que nos clarifique cuál es el protocolo a seguir para dirigirnos a ella y conseguir una respuesta pronta, con el fin de prevenir que se repita un fallo como el mencionado.


Muy lamentable que ésto le ocurra al periódico local que acaba de vivir las agresiones de la delincuencia organizada y encima de eso, del regaño del gobierno federal por tener tratos con los narcotraficantes.

Ahora será el PAN quien también regañe, critique, cuestione y se ofenda con un medio de información de por sí golpeado. O que Nava ni siquiera tome una llamada telefónica.

No faltaron, claro, críticas de otros medios informativos que destacaron al máximo las respuestas panistas, como si ellos nunca se equivocaran.

Y a propósito de la desunión entre empresas periodísticas, qué penoso es leer y escuchar los recientes espacios de Carlos Marín, Denise Maerker y Ciro Gómez Leyva refiriéndose a la cuestión de las agresiones, secuestros, liberaciones y solicitudes de asilos políticos de periodistas.

¡Uff!

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